lunes, 22 de enero de 2007

MANIFIESTO DE EUSTON

Abrazamos los principios de una política igualitaria universal. Aspiramos al progreso en las relaciones entre los sexos (hasta lograr la igualdad de género plena), entre diferentes comunidades étnicas, entre los seguidores de las diversas religiones y quienes no tienen afiliación religiosa y entre personas de distintas orientaciones sexuales, así como a la igualdad social y económica más amplia en todos los ámbitos. Por manifestarse entre nosotros diferencias de apreciación al respecto, dejamos abierta la definición de las mejores formas económicas de lograr esta igualdad generalizada, pero apoyamos los intereses de los trabajadores en todo lugar y su derecho a organizarse para defenderlos. Los sindicatos democráticos son las organizaciones de base en la defensa de los intereses de los trabajadores y una de las más importantes fuentes de los derechos humanos, la promoción de la democracia y el internacionalismo igualitario. Los derechos laborales son derechos humanos. Consideramos una prioridad la adopción universal de las Convenciones Internacionales de Regulación del Trabajo, en la actualidad sistemáticamente ignoradas por los gobiernos de todo el planeta. Estamos comprometidos en la defensa de los derechos de la infancia y en la protección de las personas contra la esclavitud sexual y cualquier forma de malos tratos institucionalizados.

5. Desarrollo para la libertad

Defendemos el desarrollo económico global para la libertad y contra la opresión económica estructural y la degradación del medio ambiente. La expansión actual de los mercados globales y la libertad de comercio no deben servir los limitados intereses de una pequeña elite corporativa del mundo desarrollado y sus asociados en los países en desarrollo. Los beneficios del desarrollo a gran escala a través de la expansión del comercio global deben distribuirse los más ampliamente posible a fin de servir los intereses económicos y sociales de los trabajadores, agricultores y consumidores de todos los países. La globalización debe aspirar a una integración social global y al compromiso con la justicia social. Apoyamos una reforma radical de las principales instituciones encargadas del gobierno global de la economía (Organización Internacional de Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) para que lleven a cabo estas políticas, y apoyamos asimismo el comercio justo, el incremento de las ayudas, la cancelación de la deuda y la campaña “Make Poverty History”. El desarrollo puede garantizar el incremento de la esperanza de vida y la mejora de su disfrute, mediante la atenuación de los trabajos más pesados y la disminución de la jornada laboral. También puede aportar una mayor libertad a los jóvenes, posibilidades de nuevas actividades para los adultos y seguridad para los ancianos. Incrementa las perspectivas y oportunidades de viajar y contribuye a que los extraños se hagan amigos. El desarrollo global debe implementarse de manera que garantice un crecimiento sostenible para el medio ambiente.

4 comentarios:

winnipeg dijo...

stumbres de la vieja España

Pedir perdón es un gesto que en los ámbitos privados de las relaciones humanas denota humildad de espíritu y buen carácter. Es razonable hacerlo cuando uno comprende la envergadura de su error y le avergüenzan las molestias que ha ocasionado a sus amigos o familiares. Sin embargo, cuando se abandona el limitado circuito de los vínculos personales, el perdón adquiere una confusa categoría.

No se entiende muy bien qué puede llegar a significar cuando se pronuncia fuera de las severas obligaciones prescritas por el guión cultural del catolicismo. En la economía espiritual que regula el sacramento de la confesión, el perdón cumple una valiosa función regeneradora. Liberarse del remordimiento, por ejemplo, y del torturado complejo que éste impone al que transgrede con conocimiento de causa, es una de las benéficas aplicaciones que tiene el perdón. Pero la eficacia de esta compungida lucidez depende de sutilísimas operaciones psicológicas ligadas al acto mismo de la contrición. La más importante, como todo el mundo (católico) sabe, es el voluntario cumplimiento de la penitencia. Sin cargar con el peso de la retribución es verdaderamente inútil pedir perdón. ¿De qué puede servir un efímero reconocimiento de culpa?

Este es el motivo por el cual las sociedades laicas han eliminado de su lenguaje público la palabra perdón, pues pertenece a un léxico religioso sin la adecuada traducción jurídica. Las revoluciones democráticas que fundaron el desarrollo institucional de nuestras constituciones consideraron más conveniente articular los mecanismos de razón política que hicieran viable el control de las responsabilidades públicas. Es conocido el ejemplo dado por los más conscientes administradores del espacio público, que antes de pedir perdón, y después de haber declarado su error, entregaban su dimisión. De este modo reconocían el acierto de los que votaron a un hombre de honor, y dejaban el cargo al que pudiera seguir adelante sin la desazón del dislate cometido. Aceptaban su penitencia en lugar de pedir ayuda para llevarla a cuestas.

De este modo, se eliminó de la cultura democrática la frase “confiad en mí".

1(Blog de Basilio)
ni yo misma lo podría expresar mejor)

winnipeg dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
winnipeg dijo...

Copiar lo ya escrito es propio de despistados e ignorantes en el funcionamiento de las técnicas modernas.
Aprenderé, lo juro!!

winnipeg dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.